Con este artículo iniciamos una serie de escritos especialmente realizados por el autor para ser publicados en este blog y en Coloquio (el boletín informativo interno del Terciario).
¡Muchas gracias por la colaboración! Animamos al resto de los docentes y alumnos a acercar escritos y material para ser difundido por estos espacios.
Por Miguel A. Monteverde (*)
Recientemente, el 7 de junio pasado, como todos los años, la Argentina celebró el Día del Periodista. Ese día fue establecido como tal por el Primer Congreso Nacional de Periodistas realizado en Córdoba en 1938, “en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas” que existió en el país. Aquel día de 1810 apareció el primer número de la “Gazeta de Buenos Ayres”, con la dirección de Mariano Moreno, y sus primeros redactores fueron él, Manuel Belgrano y Juan José Castelli. La creación del periódico fue indicada por la Primera Junta de Gobierno –de la cual Moreno era secretario y Belgrano y Castelli vocales- mediante un decreto, en el que se fijaban como objetivos “anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales”. Lo más parecido al actual Boletín Oficial de la Nación.
Más allá del hecho histórico, lo concreto es que hoy, el periodismo no es una profesión de políticos, sino de personas dedicadas exclusivamente a esa tarea. Y lo de exclusivo es importante, porque, como dijo hace apenas algunos días el periodista y analista de medios estadounidense Bill Grueskin en una entrevista, “es lamentable que la gente confunda la propaganda oficial con el periodismo”.
Aquella finalidad romántica –en el sentido sociológico del término-, ya no guía a quienes escriben y hablan regularmente, todos los días, en los medios de comunicación social. En los últimos años, se ha tergiversado la idea de la profesión y paralelamente el oficio de ser periodista.
Entre muchas otras, la Universidad Nacional de La Plata, otorga títulos desde 1930 a través de la entonces Escuela Superior de Periodismo, hoy Facultad de Periodismo y Comunicación Social. La Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba, dependiente de la Facultad de Derecho, comenzó sus actividades en 1972, y desde entonces otorga, al igual que ahora la platense, títulos de licenciado en ciencias de la comunicación. La Universidad cordobesa, está a la espera de la aprobación nacional de un Profesorado universitario de Comunicación Social. Ambas casas de altos estudios tienen sus respectivas páginas en Internet, que pueden consultarse sólo poniendo sus nombres en el buscador.
Aunque casi nadie lo sepa, sin embargo, no existe en el país, sí en otros, la colegiación y matriculación de periodistas. Con lo cual, pese a existir miles de licenciados y profesores en todas las provincias argentinas, pueden entrar a trabajar en los medios de comunicación como periodistas quienes no tienen título. Tampoco existe, por lo tanto, un Tribunal de Ética –que se integraría con periodistas y juristas-, y de allí, en gran parte, la “lamentable confusión entre propaganda oficial y periodismo”. No existe por lo tanto responsabilidad por el mal ejercicio de la profesión debido a la falta de formación y estudio de muchos quienes hoy se dicen periodistas y están en los medios. Subsiste en muchos foros todo un debate, que todavía no sale a la luz pública, sobre la necesidad de que los legisladores se ocupen del tema, para que una ley permita que a partir de un determinado momento, todos quienes demuestren estar trabajando como periodistas, reciban una matrícula –tengan un título o no- y que en lo sucesivo, se jerarquice la profesión impidiendo el ingreso a los medios de personas no formadas, como ocurre con los médicos, los arquitectos, los abogados, y también con los profesores de los establecimientos educativos. Quienes quisieran opinar en los medios (políticos, artistas, deportistas, expertos), podrían seguir haciéndolo, pero no ejerciendo como los periodistas que no son. Mucho ha cambiado y esto también, desde 1810. Pero todavía hay numerosas asignaturas pendientes, como puede verse.
(*) Licenciado en Ciencias de la Información (UNC) y docente en el Profesorado de Lengua y Literatura del Inst. Priv. Dioc. Dr. Alexis Carrel
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